Existen seres humanos que se detienen al sentir el dolor, su incapacidad de tolerarlo no permiten continuar con las acciones.
Por lo tanto, su capacidad ante la molestia de una acción es casi nula, mientras por el contrario otro grupo importante logra tolerar por mucho el dolor.
El dolor como una reacción corporal conlleva un estudio interesante por los distintos científicos, que estudian las posibilidades de minimizarlo, anularlo o desaparecer.
Existen así casos muy específicos, donde el sufrimiento para quien lo padece anula su capacidad de vivir en un contexto.
El dolor tiene claro una categorización científica, es por lo tanto una reacción inequívoca del cuerpo humano.
Esta reacción es ante una situación que pueda causar daño, una especie de alarma para que se suscite una reacción de protección. Ahora bien hay dolores que son necesarios por así decirlo, cuando se debe someter a una acción de características médicas, por ejemplo.
Pero… ¿Por qué sentimos dolor?
Desde un punto de vista más científico, pero en un lenguaje mucho mas simple debemos decir que; los nervios que envían mensajes desde algo determinado o llamado nociceptores atreves de la médula espinal siguen un sin número de caminos.
Llega así estos estímulos de los receptores de manera rápida al tálamo, a partir de allí serán enviados a varios centros.
Llegan de esta forma de igual manera a la formación reticular, que de manera básica entre varias acciones, debe ejercer un gobierno en el estado de alerta, de allí a la amígdala.
La amígdala en este caso es una parte importante de un sistema llamado “Sistema límbico” cuya implicación principal son las emociones.
Un dato importante que me gustaría resaltar es que en ocasiones el cerebro llega a perder el canal o la referencia.
Es decir, del rastro de donde es la procedencia del dolor, por la forma en la que los nervios se llegan a juntar en la medula espinal, un ejemplo de ello, es cuando refieren dolor en los hombros y cuello con una raíz de un ataque al corazón.
Para este tipo de dolor se le acredita en el campo medico como“Dolor Referido”, pues es derivado o canalizado de otro sin tener relación alguna.
De este tipo de dolor nace la teoría de las compuertas, la cual se basa en una idea de señales neurales en confusión.
Es decir que una serie de señales o estímulos que no sean dolorosas pueden causar algún tipo de interferencia a la hora de reconocer el verdadero dolor como tal.
Basados en esta idea nacen los estudios donde se indican los posibles beneficios a la hora de colocar compresas de agua fría o caliente.
De igual forma la idea de frotar con cierta fuerza las zonas, tras una lesión dolorosa.
Sin embargo existen quienes refieren una especie de hormigueo o sensación de quemazón que al tacto se puede llegar a agravar.
Es necesario mencionar que existen personas que llegan a tener un daño en el cerebro en su central de dolor.
Por tal razón , pueden sentir el dolor pero están anuladas las conexiones a los centros de las emociones, en conclusión siente el dolor pero no lo sufre.
Existe así también algo científicamente determinado como lumbral del dolor.
Este lumbral del dolor a groso modo, se dice que es la capacidad del cuerpo humano, y de cada individuo como tal a soportar una cantidad de dolor.
Por ser este lumbral propio de cada individuo, tendrá como particularidad ser mayor o menor según la percepción del ser.
Por ello, se pueden apreciar sujetos a los cuales las picaduras de abejas, por ejemplo no son cosas mayores, llegando asi a tolerar dos o tres de ellas, hasta sentir una verdadera molestia.
Pero están los que una simple picadura de la mas inofensiva hormiga del dulce (las pequeñas) llega a causar una intolerable molestia.
Es allí donde el lumbral del dolor está presente, pues a activado todos los sensores de la posibles molestias o incomodidades .
Esta activación es de manera aleatoria, pero teniendo un consiente sufrimiento ante todo lo que sea una lesión o una acción que devenga un peligro como tal.
Existen así pues una escala de dolor, que va desde 1, siendo este un dolor soportable hasta 10, siendo algo intolerable. En muchas asistencias médicas lo usan como indicativo de manera fácil para el paciente y su relación con el médico tratante ante una situación dolorosa.
Es así como vemos a los médicos preguntar a los pacientes, por ejemplo; ¿Del 1 al 10 cuanto te duele?
Esta simple practica los ayudara, de manera global a descifrar primeramente la situación como un todo y luego la situación como individuó.
A través de ella, el paciente mostrara si es o no consciente y tolerante al posible dolor y sus repercusiones a la hora de subsanar el mismo.
Pero ¿Qué tan consiente puede un individuo ser ante un dolor que supere lo físico? Es allí donde entre el dolor del sentimiento, dolor personal, el dolor espiritual.
¿Para qué sirve el dolor?
El dolor a logrado una evolución esta es propia con el ser humano, la razón para ello es que nos mantiene en alerta.
De manera de que se el cuerpo humano, cese la acción, tome un descanso, se le preste atención a una lesión o una herida y se anulen las acciones de causen algún tipo de dolor.
Pero en ocasiones muy especificas el dolor podría llegar a no ser útil, aunque no sea fácil de comprender.
Un ejemplo de ello es, solo por mencionar una un paciente con la enfermedad del cáncer.
Esta enfermedad esta en conocimiento, reconoce sus limitaciones y se encuentra en el cuidado del mismo.
Pero el dolor es tan inmenso e innecesario que se busca la forma de evitarlo, o deshacerse de este para mejorar la calidad de vida.
Importante
Este artículo es meramente de calidad informativa, no puede ser tomado como un informe científico.
Bajo ningún parámetro con la facultad de hacer diagnósticos, mucho menos para la aplicación de acciones que puedan ser entendidas como tratamientos.
La recomendación por lo tanto es que ante la duda, es mejor acudir a un especialista en la materia.
De esta forma manifestar las inquietudes y obtener unas respuestas sensatas y acorde con la situación personal del individuo.